Otra semana más, otra dura semana. Continúan acribillándonos a burocracia innecesaria, siguen reuniéndose en las altas esferas, siguen tomando SUS decisiones desde SUS despachos, pero da la sensación que no han pisado nunca un aula. Mientras no tienen en cuenta a los que estamos al pie del cañón, conociendo las necesidades reales de nuestros alumnos y de nuestros centros educativos.
Seguimos en una época incierta, que tras el primer mes de adaptarnos a esta nueva situación, prácticamente sabemos que nuestros alumnos no van a volver a los centros. Hemos tenido tiempo de probar, de reajustar nuestras clases, hemos hecho la formación de nuestras vidas en cuanto a tecnología, estamos trabajando más horas que nunca, para que luego digan por ahí que estamos de vacaciones.
¿Sigues poniéndoles fichas? ¿Simplemente te comunicas con ellos a través de la plataforma de turno, ya sea Classroom, Teams o las maltrechas plataformas de las distintas Consejerías y les cuelgas ahí los DEBERES, con un “chorro” de actividades interminables? ¿O estás estás dándoles clases magistrales a través de videoconferencia?
Nunca he creído en los libros de texto o en las clases magistrales (me refiero cómo única manera de que nuestros alumnos aprendan).
¿Por qué no les proponemos cosas para que investiguen, que se impliquen? Siempre estoy diciendo que los proyectos que hagamos con ellos estén conectados con la realidad, con sus intereses. ¿No crees que estás ante una oportunidad única de aprovechar este momento para sacar el máximo partido de su situación en casa, de los momentos que están en familia? Es el gran proyecto sobre su vida, sobre su situación. Si lo que se va a prender, el proyecto va sobre uno mismo, a todo el mundo le interesa.
Me vienen también a la mente (no dejo de pensarlo) estos niños que no tienen conexión, que no te pueden hacer el escaneo de la esa ficha con 20 ejercicios que le has mandado. Pues no envíes simplemente fichas. Intentan conversar con ellos por teléfono, propónles cosas que puedan hacer en sus casas y que luego te puedan contar en la siguiente llamada. Es tiempo de atender a la diversidad como nunca antes lo habíamos hecho. Es tiempo de hacer el mayor esfuerzo posible por incluir a todos. Y sí, sé que es tarea difícil. Pero piensa que si lo logramos ahora, ya no habrá quién pare esta inclusión cuando lleguemos a las aulas.
Creo que estamos ante una oportunidad única de reinventar la escuela. Cuando volvamos se nos tiene que oír. Debemos poner el foco en lo que realmente importa. Los contenidos no digo yo que no sean importantes, pero no lo son todo. No es lo más importante de lo que ocurre en nuestros centros. ¿No se supone que estamos trabajando y evaluando por competencias? Eso es lo que pone la Ley. ¿No se supone que estamos evaluando de la manera que salió a decirnos la Ministra de Educación el otro día, anunciándolo como si fuera una novedad ahora en los tiempos de confinamiento?
Y es que nuestros dirigentes no nos ayudan, los altos cargos, las Consejerías, están a lo suyo, a otra cosa. En un mundo que no es en el que vivimos actualmente. Estamos ante una pandemia a nivel mundial, en la que es difícil no encontrar a alguien que no se haya visto afectado de una manera u otra (en realidad todos estamos afectados). Pero nuestros alumnos, sus familias, se están enfrentando a la enfermedad, a ERTES, a graves problemas económicos y lo único que se piensa es en evaluar, en cómo vamos a hacer los exámenes en si no nos entregan las tareas…. Hay muchas familias y muchos alumnos de algunos centros que están siguiendo estas “súper clases online” de una manera regular y sin problemas. Pero hay otras muchas que no. Hay una gran cantidad de centros que tienen a muchos de sus alumnos totalmente desconectados por varias razones. No me creo los datos que se dan de la cantidad de niños que están siguiendo las clases a distancia. Esos altos porcentajes. Lo siento pero no me lo creo.
Estamos en un momento que debemos preocuparnos mucho por la salud emocional de nuestros alumnos, de su bienestar. Aprovechar esas videoconferencias, esas llamadas de teléfono para apoyarles, para arroparles emocionalmente. Si un niño no está bien emocionalmente, difícilmente va a aprender los contenidos que le queramos “meter”. Y esto pasaba en las aulas. Hay profesores que llegan al aula y les meten SU asignatura como si cogieran una pala y quisieran llenar al niño de sus contenidos. Pero el niño que no está bien rebosa, y otros van perdiendo esas paladas por el camino de vuelta a casa, porque no les interesa, no habla sobre ellos, no es real, es algo que solo sirve para aprobar exámenes.
Debemos aprovechar la vuelta a las aulas, cuando esta se produzca, para reimaginar juntos la educación. He tenido un sueño, y soñar es gratis:
¿Y si por las medidas que se deberán tomar de precaución, nos bajan las ratios por aula y aumentan los recursos, más profesores por aula?
¿Y si nos damos cuenta, ahora que este año no van a haber pruebas externas, que realmente no hacen falta, y podemos trabajar con los niños sin la presión de estas pruebas?
¿Y si de una vez por todas nos damos cuenta de que los deberes no se deben calificar, porque es la situación académica sobre la que menos control tenemos?
¿Y si cuando volvamos hacemos la escuela para ellos, para los niños y niñas, para todos, adaptada a ellos a la realidad, a la vida y no a las asignaturas y los profesores que las dan?
¿Y si los libros de texto se convierten en un formato más de consulta, otra herramienta al servicio del aprendizaje y no un manual que seguir al pie de la letra?
¿Y si nos hemos dado cuenta que la educación solo tiene sentido globalmente, interdisciplinarmente, ?Porque la vida es un proyecto, la vida no está compartimentada en áreas y dividiendo, compartimentando los saberes, los aprendizajes, como hacemos en los colegios, en los centros, no estamos formando a nuestros alumnos para su futuro, para su realidad.
¿Y si cuando volvamos hacemos de los centros una unidad, llenos de equipos de profesores y no un conjunto de profesores individuales, y todos colaboramos y nos ayudamos por un fin común? ¿Y si trabajamos cooperativamente también los profesores?
¿Y si entre todos hacemos una escuela más inclusiva, bueno no más, sino simplemente inclusiva?
¿Y si después de que pase este virus, los políticos se dan cuenta, hacen un pacto educativo, y escuchan a los que realmente saben de esto de la educación, es decir a profes como tú que se están dejando la piel cada día en el aula, y ahora desde casa, y hacen una ley educativa que no toque el gobierno de turno que esté en el poder?
Pero me despierto, abro el correo electrónico y veo que hay que elaborar nuevos criterios de calificación para este trimestre, planes de refuerzo absurdos que hay que rellenar, y más papeles hasta el infinito que no me dejan trabajar en lo que realmente me importa ahora mismo, que es dar el apoyo y el soporte que mis profes y mis alumnos necesitan. Y ya mis sueños terminan de difuminarse…
Pero vuelvo a relajarme después de las intensas jornadas y vuelvo a soñar y me digo: ¿por qué no?
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