El iPad es el dispositivo que más uso a lo largo de mi jornada (trabajo y ocio). Siempre lo he dicho en el podcast: se trata de mi dispositivo principal- porque es con el que más disfruto a la hora de usarlo para las diversas tareas del día a día. No digo que sea mejor ni peor que un Mac, por ejemplo, pero la mezcla del hardware con el software (iPadOS) es (prácticamente) todo lo que necesito para mi uso diario. Representa un dispositivo muy versátil que puedo utilizar tanto como equipo de escritorio, con su teclado y su trackpad o ratón (desde su actualización a iPadOS 13.4), como con el Smart Keyboard Folio para trabajar en cualquier sitio (a la espera de si adquiero el nuevo Magic Keyboard), uso del Pencil y la lectura y visionado de vídeos sin funda (solo me arriesgo en el sofá o en la cama eh!)
Desde que tuve en mis manos mi primer iPad, allá por 2011, el iPad 2, supe que iba a ser un dispositivo especial para mi. Incluso sin poder hacerse entonces ni un tercio de las cosas que se pueden hacer ahora con él
Siempre que puedo hago todo mi trabajo en el iPad porque, como he dicho antes, me encanta. Soy un enamorado del dispositivo desde que lo cogí por primera vez. Hoy en día puedo hacer prácticamente todo en mi iPad Pro de 12.9 pulgadas de 2018. Digo ”prácticamente” porque, aunque ahora el sistema operativo te deja hacer casi todo, hay ciertas tareas muy específicas en las que tengo que acudir a mi Mac mini (o incluso a mi Chromebook), ya sea porque se trata de una aplicación en concreto que el iPad no tiene y necesito usar, como es el caso de Audio Hijack, para grabar las entrevistas y conversaciones en mis podcasts Píldoras de educación y G Suite Edu Podcast, o porque es más sencillo sacar el trabajo adelante, como cuando trabajo con las aplicaciones de G Suite, en las que soy más productivo y efectivo usando la versión web en mi Mac o en el Chromebook.
Poco a poco Apple, con sus actualizaciones de software sobre todo, ha ido confeccionando un equipo que para una mayoría de usuarios podría constituir su único dispositivo, su “ordenador” o su portátil. Siempre digo que no se pueden comparar, porque son dispositivos distintos, pero la modularidad y versatilidad que te ofrece un iPad no te lo va a dar un MacBook. Luego podemos discutir precios y características. Pero no es el caso de la entrada de hoy.
Los accesorios que uso para el iPad cobran mucha relevancia a la hora de usarlo con distintos propósitos y apoyar esa modularidad (puedes escuchar el episodio 24 de Beta Permanente, donde te cuento mis accesorios principales).
Los accesorios que me permiten usar el iPad de maneras distintas cuando trabajo en el escritorio o en la mesa, son los soportes para su sujeción. Actualmente tengo dos:
- El primero de ellos me permite tener el iPad un poco más elevado, para una mejor visión a la hora de trabajar, sobre todo cuando estoy escribiendo. En él se puede regular la inclinación del iPad, para buscar el ángulo en el que más cómodo te encuentres y que te proporcione una mejor vista de lo que estás haciendo en él.
- El otro soporte que tengo, y que particularmente es el que más me gusta, es este de Elevation Lab, que viene con una especie de apoyo para la muñeca y un pequeño soporte para el Pencil. Puedes poner el iPad en tres posiciones, dependiendo de la actividad que quieras realizar en el iPad.
En la primera posición, unos 15 grados de inclinación, le pongo cuando estoy trabajando con el Pencil en apps como GoodNotes para mis notas a mano o Ferrite para la edición de podcasts.
La segunda posición de este soporte la suelo usar para leer. Tiene la inclinación adecuada para sentirme cómodo a la hora de subrayar cualquier pasaje o a la vez poder usar el teclado para tomar notas de lo que leo en Drafts
Y la tercera posición, casi vertical, es perfecta para trabajar en “modo ordenador” junto con el teclado y trackpad.
Cualquiera de estas opciones, junto con la posibilidad de llevarlo sin funda a cualquier lugar de la casa y, por supuesto, la movilidad y meterlo en la mochila con su funda-teclado, hace que el iPad sea mi primera opción, mi primer dispositivo a la hora de trabajar.
Con el iPad Pro de 12.9 pulgadas tengo la potencia de un gran ordenador de escritorio, la movilidad de un portátil y las opciones de una tablet al uso.
También tengo la posibilidad de usar mi monitor de 27 pulgadas para tener una visión más amplia del contenido del iPad, que dejaré quizá para otra entrada.
Todo esto aderezado por unas apps potentes que colman todas mis necesidades (¡y de qué manera!) en todas las áreas que necesito (gestión de proyectos, calendario, escritura, lectura, edición de audio, vídeo, fotografía, etc), configuran un equipo modular, que jamás hubiese pensado con cualquier otro dispositivo.
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